Fariseo y Publicano una reflexión de una laica!

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Una interesante reflexión tomada de las lecturas de la misa del Domingo 27 de octubre 2013.

El Señor nos invita a entender, que para Él no hay diferencia, entre un ser humano y otro, y que no basta PARECER, bueno para salvarse, sino SER bueno. La primera lectura nos habla de que la oración del hombre es la debilidad de Dios. Pero Dios, solo escucha, a aquellas personas que han sabido escucharlo y han acudido a su llamado, con un corazón contrito y humillado. En la segunda lectura San Pablo nos dice que ha luchado bien en el combate y ha corrido hasta la meta perseverando en la fe y aunque todos le abandonaron, Dios estuvo a su lado y le dio fuerzas para proclamar el mensaje de salvación. En el evangelio, nos habla de la parábola de la oración del fariseo y del publicano, y del porque Dios no puede escuchar la oración del fariseo, ya que Él no puede sanar a alguien que ya está sano, ni puede salvar a alguien que ya está salvado. Es requisito indispensable reconocernos enfermos y pecadores, para recibir de Dios, el perdón y la salud, que nos llevan a la salvación y a la vida eterna. La peor manifestación de la soberbia, es creer, que YO puedo ser santo y bueno sin Dios, o lo que es peor, “que puedo comprar o pagar con limosnas, ayunos, etc. Mi salvación o la de los demás”. La salvación es gratuita y se da en amor, por amor, y para amar, y si yo no tengo amor, sino vanagloria en mi corazón, Dios no puede hacer nada por mí, porque con mi soberbia no lo dejo obrar en mí.

PRIMERA LECTURA: ECLESIÁSTICO 35, 15-17 Y 20-22:
En esta primera lectura, nos dice que Dios es un justo juez que no se deja impresionar por apariencias y que la oración del pobre, del oprimido, del huérfano, de la viuda, nunca la desoye. La plegaria de quien le sirve a Dios con todo su corazón, llega hasta el cielo. Y la oración del humilde, atraviesa las nubes. Pero si no reúnes alguna de estas condiciones, tu oración no será escuchada.
Cuentan que un hombre muy rico, ofreció a dos leñadores, a quien derribara más árboles en dos horas, una recompensa cuantiosa. Los dos leñadores aceptaron el reto ya que ambos necesitaban enormemente la suma ofrecida. El primero de los leñadores, ávido por ganar la recompensa, ni tardo ni perezoso, se puso inmediatamente a talar árboles, el segundo, paciente e inteligentemente, se puso primero a afilar su hacha. Cuando el primer leñador, desgastado, con las manos llenas de cayos, en la primera hora, apenas si había logrado derribar unos cuantos árboles, debido a que su hacha no tenía filo y no quería en su desesperación, perder tiempo en afilarla. El segundo, en cambio, una vez que se cercioro que su hacha tenía el filo adecuado, se puso con ligereza a cortar una cantidad bastante superior al primero, ganando la recompensa.
El hombre sin oración, es como el hacha sin filo. De nada le sirve tener una actividad tremenda, aún en el servicio a Dios. Al no orar, está indicando que confía más en sus fuerzas, que en el poder de Dios, y al final va a terminar desgastado, cansado y enojado, porque su trabajo no rindió los frutos que esperaba. En cambio el hombre de oración, sabe, imitar a Jesús, que siempre estaba en constante oración, y que no llevo a cabo ninguna actividad, sin antes orar. Jesús con una oración, realizó la multiplicación de los panes, con una oración resucitó a Lázaro, con una oración enfrentó la muerte en la cruz. De la misma manera, los católicos tenemos que entender, que ciertamente en nosotros esta poner los panes y los peces, pero en Dios está el poder de la multiplicación y ésta solo se logra con la oración. “Vengan a mí los cansados y agobiados que yo los aliviare”, la carga con la oración, se hace ligera, y el yugo suave.

LECTURAS DE APOYO:
1. ISAÍAS 57, 15: “YO VIVO EN LO ALTO Y ME QUEDO EN MI SANTIDAD, PERO TAMBIÉN ESTOY CON EL HOMBRE ARREPENTIDO Y HUMILLADO, PARA REANIMAR EL ESPÍRITU DE LOS HUMILDES Y ALENTAR LOS CORAZONES ARREPENTIDOS”. Palabra de Dios.
Dios se encuentra en el hombre arrepentido y humillado, en el hombre que no se miente, que sabe reconocer la Sigue leyendo