«Mira que estoy a la puerta y llamo» …. Testimonio vocacional.


DibujoQueridos lectores:

Les paso a continuación un excelente testimonio de un joven seminarista de la Diócesis de Veracruz en la que actualmente me encuentro recopilando material para fortalecer, las vocaciones de todo el mundo. En esta ocasión, les compartiré un fuerte testimonio que sin duda ayudará a todos aquellos que se sienten con el mismo llamado, a seguir adelante en su respuesta de amor a Jesucristo.

Él es Oscar García y esta es la plática que tuve con él al día siguiente de haber llegado a este bello puerto:

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OSCAR, PLATÍCANOS COMO FUE EL DESCUBRIMIENTO DE TU VOCACIÓN. COMO FUE QUE TE DISTE CUENTA DEL LLAMADO QUE DIOS TE HACÍA A SER PARTE DE SUS SACERDOTES.

Mi llamado lo descubrí a través de la Palabra de Dios. Te comparto que antes de ser seminarista, yo llevé una vida descarrilada. Conocí durante dos años el mundo de la calle y de las drogas, pero un 14 de diciembre del 2007 yo entré a mi casa (la casa de ustedes), y entré al baño para bañarme. Mi padre solía mantener la S. Escritura en el sanitario y gustaba de leerla ahi porque él nos decía que en ese lugar era el unico donde podía estar en silencio y sin que nadie lo molestara. Estando la S. Biblia en el baño, entré sin cuidado y  se me calló al piso, la levanté y leí unas palabras que yo aún desconocía, pero me llamaron mucho la atención: «Mira que estoy a la puerta y llamo, si alguien oye mi voz y me abre entraré y cenaré con él y Él conmigo» (Apocalipsis 3,20).

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Me conmovieron las  palabras, pero aun asi al principio no hice mucho caso. Cuando me estaba bañando, pensé en eso que había leido y al salir de bañarme, volví a tomar la biblia, volví a abrirla y resulta que sin saber como, volví a leer las mismas palabras, lo cual me sorprendió mucho y dije dentro de mi, «Dios, si existes, dime qué es lo que quieres».  Mi vacío era tanto que esas palabras me impactaron, por lo cual tomé la biblia, la llevé a mi cuarto y ahi empecé a pensar en eso y a hacer conciencia de que en realidad los motivos por los que yo me drogaba eran solo los típicos pretextos que todo adicto usa para autojusticarse y lo que hice desde entonces fue empezar a esforzarme por alejarme de esas «amistades» que me inducían a las drogas, si es que se les puede llamar asi.

Mis padres no estaban casados por la Iglesia, pero gracias a Dios el 25 de diciembre del mismo año, ellos llevaron a cabo su matrimonio religioso en esta Parroquia, la Santa Veracruz. Ellos me invitaron y yo accedí a ir porque anteriormente mi tio me había dado los anillos de la boda para probarme a ver qué hacía yo con ellos. Entonces recuerdo que llegué a la misa con los anillos, en bermuda y con perforaciones en mi rostro, porque mi tio no llegó a la celebración. En el momento de pasar los anillos, mi papá me hace la seña de que me acerque, lo hice y recuerdo que era tal mi facha que el padre se me quedó mirando.

Estando cerca del altar, me dí cuenta de que ahi había una persona vestida de una forma singular que me llamó la atención. Era un vestido largo, negro, una banda azul y una cosa blanca sobrepuesta. Lo vi y dije dentro de mi: «Yo quiero un vestido como esos», sin saber lo que yo estaba diciendo y sin saber que ese «vestido» se llama sotana y lo usan solo los seminaristas. Cuando entrego los anillos en el matrimonio de mis padres, volteo hacia una lateral y veo un poster que dice «Llamados para estar con Él, preseminario diciembre del 2007». Algo dentro de mi empezaba a cambiar y yo no me daba cuenta. Terminando la Misa, sin saber como fue me acerqué con el padre que me miró extraño y le digo, «Oiga padre, yo quiero ir a eso que dice ahi en el poster», a lo cual el padre me respondió que estaba bien y que fuera al dia siguiente por mi carta de envío de la parroquia, ya que la necesitaría. Voy al preseminario sin saber absolutamente nada de lo que eso implicaba.

Un dia antes se casaron mis padres, hubo convivio y yo bebí alcohol y llegué al preseminario aun oliendo a alcohol. Se me acerca un padre formador y me dice, «Oscar, qué bonito perfume traes, como se llama, porque huele demasiado a alcohol ?» …. No necesité un fuerte regaño para sentirme terriblemente avergonzado por mi actitud. No sabía que hacer, pensaba en irme de ahi, pero ya estando dentro decidí quedarme aún a pesar de mi «exquisito perfume» y de mi verguenza. Me siento en una silla, ponen una dinámica y en cuanto empieza escucho un canto del grupo Jesed que se llama «Mira que estoy a la puerta y llamo».  Cuando lo ponen, a pesar de que no soy una persona que llore facilmente, creeme que empecé a llorar y de inmediato fui a confesarme.  Mi gozo y alegría en el Señor duraron unicamente una semana.

Despues de la semana, volví a mi relajo. Dejé de drogarme pero seguí bebiendo alcohol. Mi párroco me dijo que en Semana Santa sería la otra parte del discernimiento en el preseminario y yo seguí con mi vida normal. Llegó la semana santa, me hablaron los padres y me recordaron del preseminario y les dije que si iba a ir, pero me invitaron a unos XV años  y yo seguía hebrio; estando en la  fiesta y ya  alcoholizado, me acuerdo que al dia siguiente tengo qué ir al preseminario. Llego a mi casa a las 4:00 am,  Me duermo 3 horas, me levanto, me baño  y recuerdo  bien unas palabras de mi madre que me dijo: «Oscar no tienes verguenza, mira el estado en el que vienes, como vas a ir asi al seminario»? Nuevamente la misma historia: Se me acerca el p. Ignacio y me vuelve a decir lo mismo del perfume. Me dio verguenza y solo me rei, pero a pesar de todo quería seguir ahi y ahi me quedé. Esa era la primera vez que yo vivía una semana Santa. Fue un jueves Santo y yo veía que todos se arrodillaban pero no sabía a ciencia cierta por qué. Lo hice también y empecé a platicar con Dios.

Terminando el preseminario nos dicen los padres que la ultima etapa era en julio y que ahi se decidiría quien se quedaría en el seminario y quien se iba. Para entonces yo ya quería quedarme aunque muchas cosas de lo que se hacían ahi yo las ignoraba. Yo le dije a uno de los padres que yo quería estar ahi, aun sin saber nada porque ahi sentía una paz que el mundo no me ofrecía, pero debido a mis antecedentes y a la historia de mi vida, ni el padre ni yo sabíamos si me iban a aceptar. En el seminario ya  sabían que yo robaba, que yo había sido drogadicto y que  también me alcoholizaba. Despues de concluir el ultimo ciclo del preseminario, nos citaron un 7 de agosto y recuerdo que el p. Ignacio le dice al p. Abraham que entonces era el rector: «Mire padre, este es el muchacho del que yo le hablé»… se acerca conmigo el p. Abraham y me dice «Lo siento Oscar» ….. (Yo pensé en ese momento que no me aceptarían por la vida que llevaba y que sin darme cuenta, poco a poco empecé a cambiar a raiz de esos encuentros con Dios), pero despues de una pausa me dice el p. Abraham … «Lo siento pero te vas a tener qué despedir de tu familia y de tus amigos porque te vamos a dar solo una oportunidad en el seminario». Me sentí muy contento y muy emocionado. Mi vida empezaba a cambiar radicalmente y a pasar de ser un adicto a un hijo de Dios, además perdonado y llamado por Él para servirlo a pesar de mis «perfumes».

Me citaron para el 17 de agosto, pero unos dias antes mis padres se pelearon y yo no quería irme por no dejar sola a mi madre, pero ella insistió en que me fuera y en que si Dios me llamaba, yo tenia que responderle contra lo que fuera. Le dije a mi madre: «mamá voy solo por dos semanas», y esas dos semanas se convirtieron ya en 5 años. No me arrepiento de haber entrado. Cierto, no sabía nada, incluso quiza ni siquiera sabía a lo que iba, pero ahi fui aprendiendo todas las cosas de Dios que ahora se. Le agradezco al Señor todo lo que ha hecho en mi vida y le agradezco a los padres que me hayan dado la oportunidad de quedarme aun a pesar de lo que yo era.

Ahora para mi el sacerdocio es lo mas importante. No descalifico las otras vocaciones, por ejemplo la del matrimonio es muy bonita pero yo no me veo casado ni con una esposa. Yo les diría a todos los que tienen una vocación como el sacerdocio que la valoren. Hoy solo puedo decirte que si volviera a nacer, volvería decirle  «si» a Cristo.

GRACIAS A OSCAR POR COMPARTIRNOS LA HISTORIA DE SU VIDA.

Reportó para Catoliscopio: Liliana Córdova Terrazas.

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