Dios solo, que existe ante todo más allá del tiempo y el espacio, ha creado el mundo de la nada y ha convocado al ser a todas las cosas. Todo lo que existe, depende de Dios sólo perdura en el ser porque Dios quiere que exista.
La creación del mundo es, por decirlo así, una <obra en común> del Dios trino. El Padre es el Creador, el todo-poderoso. El Hijo es el sentido y el corazón del mundo: <Todo fue creado por él y para él> (1Col 1,16). Sólo cuando conocemos a Jesucristo sabemos para qué es bueno el mundo, y sabemos que el mundo avanza hacia una meta: la verdad, la bondad y la belleza del Señor. El Espíritu Santo mantiene todo unido; él es <quien da vida> (Jn 6,63).
Dios ha creado todo perfecto: en su forma, tamaño, tiempo etc. con su gran poder, sabiduria y amor pero el hombre en su soberbia no está conforme y quiere que las cosas sea a su manera.
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